Fomentar un estilo de vida saludable.

Cómo fomentar un estilo de vida saludable

Los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales (ONG) pueden ayudar a fomentar estilos de vida saludables. La legislación, los impuestos, las restricciones de comercialización y los entornos bien diseñados son formas de fomentar la práctica de ejercicio físico, llevar una dieta saludable, dejar de fumar o no empezar a hacerlo y limitar el consumo de alcohol entre la ciudadanía.

A nivel internacional, nacional y local hay gobiernos y organizaciones no gubernamentales interesados y responsables de promover y posibilitar cambios saludables en los estilos de vida. Entre ellos figuran la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea, los gobiernos nacionales y locales, las autoridades sanitarias, las fundaciones del corazón, así como las asociaciones de consumidores y de pacientes.

Las escuelas deben crear un entorno sano donde se practique ejercicio, además de educar sobre la importancia de llevar estilo de vida saludable. Del mismo modo, los lugares de trabajo deben fomentar la actividad física, una alimentación sana y desincentivar el hábito de fumar. Los planificadores urbanos pueden facilitar la movilidad urbana para que la gente vaya caminando o en bici al trabajo o al colegio.

Dieta

Restringir el contenido de grasas, azúcar y sal de los alimentos procesados es una forma eficaz de mejorar la alimentación de los ciudadanos, incluso sin percatarse de ello. Algunos países han prohibido las grasas transgénicas en los alimentos. Muchos países están trabajando con la industria alimentaria para reducir los niveles de sal y azúcar. Los precios también influyen en el comportamiento, e imponer un gravamen en los alimentos poco saludables (por ejemplo, un impuesto sobre las grasas o el azúcar) o subvencionar opciones saludables puede provocar cambios en los hábitos alimentarios. Las campañas de sensibilización e información de buenos hábitos alimenticios y el etiquetado alimentario claro, sencillo y entendible llevan al consumidor a realizar elecciones de comprar más saludables.

Ejercicio físico

El entorno urbanizado puede fomentar la actividad física. Una mejor visibilidad de escaleras urbanas estimula a las personas a usarlas en lugar de ascensores. Promover el caminar o montar en bicicleta incluso para distancias cortas ayuda a incorporar la actividad física en la rutina diaria. La concienciación sobre la importancia de la actividad física para la salud debe comenzar en la primera infancia. Los lugares de trabajo pueden ofrecer a sus empleados el uso de gimnasios, escritorios para poder trabajar de pie o sillas con pedales de bicicleta.

Tabaquismo

Cualquier forma de tabaquismo activo o pasivo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. La legislación es una herramienta muy útil para prevenir y reducir el tabaquismo. Las medidas incluyen la prohibición de fumar, impuestos elevados, publicidad restringida y uso del empaquetado neutro de los productos de tabaco. Las campañas en los medios de comunicación han sensibilizado sobre los efectos nocivos del tabaquismo. Es especialmente importante evitar que los adolescentes empiecen a fumar.

Abuso del alcohol

El consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo cardiovascular. La legislación es un arma eficaz para prevenir el consumo nocivo de alcohol a través de varias regulaciones: por ejemplo, una edad mínima para comprar o que se sirva alcohol, leyes más severas sobre la conducción bajo los efectos del alcohol, impuestos y la prohibición de la publicidad, promoción y patrocinio de eventos. La normativa sobre el consumo de alcohol en los lugares de trabajo y las escuelas también es beneficiosa.

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